Diciembre es un mes de encuentros, de eventos, de reuniones y de fiestas que nos convocan para despedir el año. Y siempre esas situaciones se organizan en contextos de comidas que elegimos, nos gustan y nos representan. 

Entonces podemos decir que el acto de comer no es solo un hecho biológico y natural, que necesitamos para alimentarnos bien. 

Como humanos no comemos nutrientes sino comida elaborada. Entonces, para que se transformen en comida, los nutrientes deben estar organizados según las pautas culturales que los hagan comprensibles, y por lo tanto, deseables.

Comer no depende solamente de la química de las sustancias ni del metabolismo del sujeto. Comer es un acto social.

Para comprender por qué se come lo que se come, debemos situar este acto alimentario en un contexto, es decir, en una sociedad determinada con costumbres y una cultura, en un tiempo y en un espacio que también deben estar claramente definidos.

Si hoy consideramos que la comida es un hecho cotidiano, natural y evidente, donde existen horarios prefijados, de tres o cuatro veces al día, con un orden de platos y ciertas combinaciones de productos, nos estamos olvidando de que se llegó a esa consideración después de una larga historia.

Comemos por razones mucho más profundas de lo que creemos. Comemos para pertenecer a un grupo y no estar solos, comemos imitando a los demás sin darnos cuenta, comemos por los ojos que nos invitan, comemos bajo una motivación de logro, comemos estimulados por lo novedoso, comemos bajo la influencia de la ternura, cuando se encienden nuestros cuidados parentales. Cocinar o comprar comida para los demás nos hace sentir bien y activa nuestra empatía. Basta con pensar en una cena romántica, donde se elige un lugar especial para degustar una comida que proporcione placer y bienestar. 

En nuestro país hay muchos platos y bebidas que nos representan y nos reúnen para comunicarnos y tener charlas amenas que queremos compartir mientras comemos.

Entonces solemos escuchar en nuestra habla cotidiana…

“¿Tomamos un café?” 

“¿Venís a casa y tomamos unos mates?” 

“El domingo te espero con un asado.”

“Voy a hacer pizza casera, ¿te espero ?”

“Conocí un bar nuevo ¿vamos?” 

Invitaciones atractivas tanto para el paladar como para el corazón…

Para visualizar las relaciones sociales es pertinente observar la siguiente lista de los veinte usos de los alimentos en sociedad (Trabajo de investigación de Baas, Wakefield y Kolasa, 1979):

  • Satisfacer el hambre y nutrir el cuerpo.
  • Iniciar y mantener relaciones personales y de negocios.
  • Demostrar la naturaleza y extensión de las relaciones sociales.
  • Proporcionar un enclave de actividades comunitarias.
  • Expresar amor y cariño.
  • Marcar el sello de la individualidad.
  • Proclamar la distinción de un grupo.
  • Demostrar la pertenencia a un grupo.
  • Hacer frente al estrés psicológico o emocional.
  • Señalar estatus social.
  • Proveer recompensa y castigo.
  • Reforzar la autoestima y ganar reconocimiento.
  • Manifestar y ejercer poder político y económico.
  • Prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades físicas.
  • Prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades mentales.
  • Manifestar experiencias emocionales.
  • Expresar piedad o devoción.
  • Proporcionar seguridad.
  • Expresar sentimientos morales.
  • Manifestar riqueza.

Como puede observarse, de los veinte usos, solo uno es nutricional, los otros tienen que ver con las relaciones que los miembros de un grupo establecen entre sí y con las instituciones. A través de la distribución de comida señalan su posición en una escala económica y/o de prestigio, demostrando que es lo que son o donde quieren que los otros crean que están, expresan sus particularidades, sus deseos, su pertenencia o no a un grupo a una religión, etc. Así llegamos a la función “simbólica” de la comida, todos estos usos están legitimados por normas y valores culturales que sancionan que tal comida se come en tal situación. De manera que la comida es una señal de que tal evento está ocurriendo. Ahora podemos comprender por qué Barthes decía que “es una conducta que va más allá de su propio fin, que resume o señala otras conductas” ya que aparece ligada a circunstancias o acontecimientos que nada tienen que ver con la necesidad de nutrirse, por lo que están tan cargada de significados que marcan todo tipo de actividades sociales.

Comer es un acto de buena salud, pero como dice la OMS, la salud entendida integralmente como estado de bienestar físico y psíquico.

Lic. en Nutrición Marcela Repetti 

MN 1577

Bibliografía

“Comer, Puentes entre la alimentación y la cultura” Aguirre y otras.

“Nutrición (de) mente Sívori y otro