Cometas, soles y planetas: en 1932 la única colección de alta joyería diseñada por Coco Chanel daba fe de su fascinación por la astrología. Noventa años después aún inspira las alhajas de la casa. En concreto, el collar Allure Céleste que Ola Rudnicka, modelo fetiche de la ‘maison’, luce en el apartamento de la rue Cambon.

Collar Allure Cleste en oro blanco diamantes y zafiro al completo de Chanel Haute Joaillerie. Vestido de Chanel.

Collar Allure Céleste en oro blanco, diamantes y zafiro al completo de Chanel Haute Joaillerie. Vestido de Chanel.PATRICK SWIRC

Se trata de un capítulo poco conocido de su historia: en 1895, con 12 años, Gabrielle Coco Chanel se unió a sus hermanas en el orfanato de la abadía cisterciense de Aubazine, en Corrèze. Su padre acababa de abandonarlas. Mirando al cielo y convencida del destino fabuloso que le espera, la niña se sumerge en la iconografía mística de aquel edificio austero encaramado a un espolón rocoso. Los mosaicos del claustro, con cuatro estrellas, un sol y una luna, seguirían fascinándole durante el resto de su vida. “Sin símbolos, no tendríamos nada”, afirma su sobrina nieta Gabrielle Palasse-Labrunie en Chanel íntima, el libro de Isabelle Fiemeyer editado por Flammarion. Y añade: “De niña, Gabrielle necesitaba aferrarse a algo. Construyó su mito sirviéndose de misterios, signos y símbolos, vivía de ellos, estaba impregnada en ellos, los símbolos estaban por todas partes, en sus creencias, en su piso, en sus joyas y talismanes, en su estilo». El solar y luminoso Leo, su signo, situado en el quinto lugar del zodíaco; el cuarzo transparente, mineral de la sabiduría y la adivinación y, por supuesto, el número cinco, pero también la astrología en general: todas estas creencias la guiaron en la vida… y en la creación.

Boecto del collar Allure Cleste.

Boecto del collar Allure Céleste.

Collar Comète fotografiado en 1932 por Robert Bresson.

Collar Comète fotografiado en 1932 por Robert Bresson.

Los más doctos sabrán que las estrellas están presentes tanto en la decoración de sus pisos como en sus colecciones. En La Pausa, su villa situada en Roque- brune-Cap-Martin, un cabecero con incrustaciones de estrellas y cometas velaba sus sueños. Incluso sus dos perros lobo, Soleil y Lune (Sol y Luna, respectivamente), y su camada de cinco cachorros, apodados Grande Ourse (Osa Mayor) por la gran dama de la moda francesa, parecen haberse caído del cielo. ¿Y qué hay del famoso vestido de tul de seda azul noche bordado con estrellas doradas que presentó en 1937? ¿O de Bijoux de Diamante, su colección de alta joyería presentada cinco años antes, con la que sublimó su embeleso por la temática astral? Vayamos al contexto de la única colección de joyas diseñadas por Gabrielle Chanel. 

Broche Comète.

Broche Comète.

En aquella época las repercusiones del crac de 1929 golpearon duramente a la industria de la joyería, provocando el desplome de los precios de los diamantes. En Francia los archivos de la Cámara Sindical Francesa de Joyería, bisutería y Orfebrería informan de una tasa de desempleo del 90% en el sector. Para hacer frente a la crisis, la empresa británica Diamond Corporation Limited decidió reactivar el mercado confiando en el talento de algún gran diseñador. La mirada refrescante de Gabrielle Chanel, que además de ser célebre entre la élite parisina era también famosa en el extranjero —de hecho, formó parte del Salón de la Fama de Vanity Fair en junio de 1931— suponía una elección perfecta. La diseñadora, que hasta entonces solo había incluido bisutería y accesorios de pasta de vidrio en sus propuestas, se lanzó al mundo de la joyería. 

“He querido cubrir a las mujeres de constelaciones. ¡Estrellas! ¡Mira estos cometas cuyas colas relucientes se deslizarán tras sus hombros para caer en una lluvia de estrellas sobre el pecho!” 

COCO CHANEL, 1932

Collar Allure Cleste transformado en tres broches y brazalete de oro blanco y diamantes de Chanel Haute Joaillerie....

Collar Allure Céleste transformado en tres broches y brazalete de oro blanco y diamantes de Chanel Haute Joaillerie. Cárdigan y pantalón de Chanel. PATRICK SWIRC

Mónica Brun