Sobre cómo un puñado de firmas están reinventando la forma de producir modaMientras el ‘fast-fashion’ continúa alimentando la controversia acerca de su viabilidad futura, un puñado creciente de marcas apuestan por el ‘made to order’ como alternativa a la producción en masa. ¿El resultado? Menos stock, menos desechos y más posibilidades de dar con una prenda exclusiva.
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Puede que tradicionalmente el made to order (literalmente hecho por encargo) se asociase a ocasiones especiales o a contadas visitas a la costurera del pueblo, pero, en la actualidad, una nueva ola de firmas apuestan por recuperar el modelo que un día encumbró a la moda y que, hoy, no solo supone una opción atractiva para todos aquellos clientes que buscan diferenciarse de la producción y diseño en masa de las grandes firmas, sino también una alternativa sostenible al consumo contemporáneo.
El made to order implica, esencialmente, que la firma no trabaja con stock, sino con un catálogo de diseños que, como su propio nombre indica, se fabrican solo cuando estas son ‘ordenadas’ por un consumidor concreto. Una alternativa mucho más modesta pero también más responsable con respecto al modelo de producción global en el que las cadenas logísticas, los almacenes de ropa y los sobrantes de stock han crecido hasta transformarse en uno de los principales problemas medioambientales de nuestro planeta.
“Cincuenta costureras se encargan de confeccionar cualquiera de los vestidos disponibles en nuestra web en un plazo de entre 7 y 10 días, sin necesidad de contar con ropa almacenada”, explica Daniela Karnuts, directora creativa de Safiyaa, que tras establecer su pequeño taller en Londres vio como su éxito se disparaba entre las mujeres de Washington que buscaban opciones elegantes y atemporales que pudiesen ajustarse a sus diferentes compromisos sin ofrecer demasiados quebraderos de cabeza. “Muchas de nuestras clientas encuentran un diseño que les gusta y lo encargan en diferentes colores y versiones. Algo tan simple como eso es algo que el mercado demandaba desde hace tiempo. ¿Por qué si algo te gusta o te sienta bien tienes que despedirte de ello a la temporada siguiente?”,
Como en su caso, muchas y dispares firmas han encontrado en esta búsqueda de nuevos formatos y soluciones que se adapten a los gustos de sus clientas -y no viceversa como viene siendo habitual- un nicho que si bien no puede equipararse al negocio que supone el modelo imperante del ready to wear, sí que ha experimentado un innegable auge en los últimos tiempos como alternativa responsable y exclusiva.
Es el caso de firmas como Roland Mouret o Prabal Gurung (para el que más allá de su línea ready to wear el made to order ya supone el 25% de sus ingresos), pero también de marcas más modestas o emergentes como la portuguesa Azí Land, que ofrece una cuidada selección de prendas que se confeccionan a mano una vez que se compran a través de su página web; o de la francesa Olivia Rose que en la línea estética de otras como Rouje o Musier, se diferencia de eéstas confeccionando sus prendas solo una vez que éstas han sido solicitadas.
“Estamos ante la primera etapa de una de las mayores oportunidades impulsadas por el sector”, explicaba Lisa Morales-Hellebo, cofundadora de Refashiond, una firma de capital de riesgo que invierte en empresas que intentan reinventar la cadena de suministro, a Vogue Business. Y lo cierto es que pese a la situación de desventaja productiva, las empresas guiadas por este sistema cuentan a cambio con un buen puñado de ventajas. Así, tal y como explica Daniela Karnuts, el hecho de prescindir de stock abarata considerablemente los gastos, ya que no es necesario contar con almacén o una cadena de producción sofisticada; mientras que los precios, si bien cada vez más competitivos, a menudo son significativamente más elevados ofreciendo mayores márgenes a los creadores.
Sin embargo, según defienden los expertos, todavía es pronto para hablar de un cambio de paradigma, ya que tal y como argumentaba en una reciente entrevista Pano Anthos, fundador y director de XRC Labs, “puede que todavía queden al menos tres años para hablar de un auténtico boom en este sentido”. No obstante, herramientas como Instagram están ayudando a que este tipo de iniciativas -sobre todo en el caso de las marcas más pequeñas o emergentes- ganen visibilidad y la lenta pero rotunda convicción de los propios consumidores jugará también en su favor.
En España, por lo de pronto, contamos todavía con el buen saber hacer de los artesanos tradicionales, pero también el de nuevas generaciones que buscan regresar a la esencia a través del sistema tradicional de encargo-producción. Es el caso de la firma gallega Andion Clothing, cuyos modelos de camisas se pueden comprar a través de su página de Instagram eligiendo entre las distintas telas estampadas que van renovando en su catálogo, garantizando así un stock mínimo en el que la clienta contará con una creación exclusiva. O, en un plano muy diferente, también el de la firma especializada en vaqueros The Concrete Company, que continúa hoy con su aclamado servicio de confección de vaqueros a medida, pese a que cuentan también con un catálogo de prendas ready to wear.
Pese a los escasos ejemplos, lo cierto es que una creciente corriente de la industria apunta hacia este y otros nuevos modelos orientados a disminuir el impacto del sector en el medioambiente y en la sociedad. Diseñadores de las altas y medias esferas reclaman un cambio de velocidad en la industria e iniciativas como el made to order se postulan como opciones emergentes en una realidad que ya ha comenzado su proceso de cambio desde la convicción. Solo así se explica que gigantes como Amazon ya cuenten con la patente de un servicio capaz de confeccionar unidades aisladas de ropa en tan solo una hora desde el momento de la compra; o que tecnologías como la impresión en 3D continúen avanzando a pasos agigantados con el fin de conseguir producir piezas individuales sin necesidad de generar colecciones enteras.
De momento habrá que esperar para conseguir esa producción individualizada más propia de Blade Runner que de una firma textil, pero lo que es seguro es que el futuro mira hacia una moda lenta, exclusiva y sostenible. Tres ases con los que, sin duda, el made to order actual cuenta bajo su aguja.
Mónica Brun