Invertir en cuidados s que nos hagan sentir bien, de las imágenes (con filtros y vocación aspiracional) que arrojan las redes sociales
FOTOGRAFÍA Kate Bellm
Hace tan solo unas semanas Nicola Coughlan -Penelope Featherington en la aclamada serie Los Bridgerton– lanzaba un alegato en favor de la salud mental (la suya propia) desde su cuenta de Instagram:“¡Hola! Tan solo una cosita: si tenéis alguna opinión sobre mi cuerpo, por favor no la compartáis conmigo. La mayoría de la gente es amable y no busca la ofensa, pero yo tan solo soy un ser humano de verdad y se me hace realmente complicado soportar el peso de las miles de opiniones sobre mi aspecto que recibo cada día. Si alguien tiene una opinión sobre mí, no pasa nada, entiendo que estoy en la tele y genero conversación y opiniones, pero por favor que no me las envíe”. A continuación, cerraba la opción de enviar comentarios y daba el asunto por zanjado.
«No debemos dejar el poder en el exterior”, recomienda la psicóloga Elena Dapra. “El control sobre nuestra propia imagen no lo marcan los demás, sino nosotros. En la adolescencia es especialmente difícil porque son los iguales los que establecen las normas. Pero cuando uno es mayor de edad, lo suyo es devolver el control a lo interno: ‘Yo marco mis pautas, si yo me miro en el espejo y me gusto, quién va a decir que soy bonita o no…’”. En ese sentido el post en Instagram de Coughlan es un refrescante (e insólito) ejemplo de cómo prevenir de una manera saludable y transparente posibles trastornos emocionales. “Nuestro cuerpo es víctima de presiones, exigencias e ideales. En un momento dado, deja de ser aquello que nos permite movernos, vivir y funcionar a ser una expresión de perfección que nos atormenta y daña. Para trabajar y mejorar esta relación, sería adecuado desarrollar compasión con nosotros mismos, respeto hacia la diversidad corporal, aceptación y, sobre todo, comprensión”, interviene la psicóloga y nutricionista Cristina Andrades, autora de Cuida de ti: una mirada a tu interior, a la relación con tu cuerpo y a la alimentación (Vergara).
FOTOGRAFÍA Kate Bellm
Aunque no son nada nuevo, los avatares de la autoestima corporal han encontrado un perfecto caldo de cultivo en las redes sociales (con sus filtros, con sus comentarios, con sus ‘me gusta’ y con sus algoritmos de alcance). Según el último informe sobre el Estado Mundial de la Infancia de UNICEF, al menos el 13% de jóvenes entre 10 y 19 años viven con un trastorno de salud mental diagnosticado (en el 40% de los casos son ansiedad y depresión). “Hoy en día, las redes son uno de los factores más importantes que contribuyen a la salud mental, emocional, física y espiritual de un individuo”, cuenta Anne Catherine Auvray, editora ejecutiva de producto de la plataforma de análisis de tendencias Beautystreams. “Cada vez más investigaciones demuestran que cuanto más tiempo pasen los jóvenes en ellas, más probable es que experimenten síntomas como ansiedad, aislamiento y desesperanza. La preocupación sobre la apariencia es frecuente a esa edad y el uso de las redes puede resultar perjudicial para su imagen corporal, especialmente para aquellos con cuerpos que no coinciden con la aspiración social”, lamenta.
No es una información que desconozcan desde las propias redes. El pasado otoño, The Washington Post sacaba a la luz documentos internos de Meta en los que los responsables de Facebook e Instagram admitían ser conscientes de que con sus aplicaciones contribuían a empobrecer la ya de por sí frágil salud mental de los más jóvenes. Peor aún, no estaban haciendo nada para reparar ese daño, porque generaba beneficios. Una vez descubierto el pastel capitalista, “han hecho esfuerzos mínimos para abordar el tema. Instagram Kids parece enterrado, y la función ‘Tómate un descanso’, que invitará a adolescentes a abandonar la plataforma un rato, aún no se ha puesto en marcha”, dice Auvray. A falta de soluciones corporativas adecuadas, Elena Dapra aconseja que en casa se limite el tiempo en redes, se seleccione la información que se consume y, sobre todo que “se regrese al contacto offline. Si aparecen síntomas de ansiedad por falta de conexión, lo mejor sería ir al psicólogo”. Por su parte, Cristina Andradas cree que es importante “acercar la realidad de las redes sociales con acciones como mostrar más a menudo vídeos en los que se observa la diferencia del cuerpo según las posturas para la foto o los cambios con y sin filtro; buscar más cuentas que fomenten la diversidad y la naturalidad corporal. Y saber que los perfiles se pueden bloquear”. Como bien demuestra la actriz de Los Bridgerton, cualquiera puede ponerle freno al los comentarios hirientes. Basta silenciarlos.
FOTOGRAFÍA Kate BellmCon este pack relajante de CBD podrás calmar tu cuerpo cuando tengas la regla (y siempre)1
FOTO POR ALEXANDRA LORES
ANALISA CIMAROSTA