
Maquillador
1. ¿Trabajaste y representaste a la marca Dior, verdad?
Sí, trabajé durante casi 13 años para Parfums Christian Dior. Comencé como maquillador internacional y más adelante formé parte del Pro Team Makeup, el grupo de élite que colabora directamente con Peter Philips, director creativo de Dior. Desde allí, representé la marca en toda América Latina, trabajando tanto en eventos como en editoriales.
Durante una década participé cada año en el Festival de Cannes y colaboré en grandes producciones de belleza para revistas como Vogue, Harper’s Bazaar, Cosmopolitan, Glamour, L’Officiel, entre muchas otras en la región. A lo largo de mi carrera, he acumulado más de 150 páginas publicadas en editoriales de belleza.
Además, dentro del grupo asumí el rol de Makeup Training Manager para América Latina, y posteriormente, fui Director de Educación para Sisley en toda la región.
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2. Decís que “soñás en colores”. Contanos.
Cuando digo que sueño en colores, me refiero a que el color es parte esencial de cómo experimento el mundo. Soy un apasionado del color —lo siento, lo pienso, lo traduzco en emociones. Creo profundamente que hay un color para cada momento vital, una textura para cada estado de ánimo. No se trata solo de armonías estéticas, sino de un lenguaje que conecta con lo más íntimo. Para mí, el color tiene el poder de transformar no solo un rostro, sino también una actitud.
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3. ¿Cómo fue tu experiencia en Cannes? ¿A qué famosas maquillaste?
Cannes es un universo en sí mismo. Cada año que participé, durante una década, fue una experiencia distinta, intensa y llena de creatividad. No se trata solo del glamour —que, por supuesto, está presente en cada rincón—, sino del vértigo de estar detrás de escenas creando belleza en tiempo real, con muy poco margen para el error.
Tuve el privilegio de maquillar a actrices, modelos y personalidades internacionales, pero más allá de los nombres, lo que realmente me marcó fueron los encuentros humanos: ese momento en el que alguien se mira al espejo y se reconoce, más segura, más luminosa. Esa es la verdadera magia del maquillaje para mí.
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4. ¿Qué maquillaje recomendarías para el día?
Para el día, apuesto siempre por una piel fresca, real y bien cuidada. Un maquillaje que respire, que acompañe en lugar de cubrir. Me gusta trabajar con bases ligeras, correctores estratégicos, un toque de rubor para dar vida, cejas peinadas con intención y una máscara de pestañas que abra la mirada. Y si hay tiempo, un toque de bálsamo o labial con un tono natural puede hacer toda la diferencia. Lo esencial es que el maquillaje potencie lo que ya está ahí, sin imponerse.
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5. ¿Y qué recomendarías para la noche?
La noche invita a jugar, a explorar una versión más intensa de uno mismo. Me gusta pensar el maquillaje nocturno como una extensión de la actitud: puede ser un ojo ahumado elegante, un delineado gráfico, una piel más esculpida o un labial profundo que hable por sí solo. No se trata de cargar, sino de decidir qué zona queremos destacar y construir desde ahí. La luz artificial cambia la forma en que se percibe el rostro, así que hay que saber cómo posicionar los puntos de luz, el contraste y las texturas. En resumen, la noche es el momento perfecto para arriesgar con elegancia.
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6. ¿Qué recomendarías para una piel radiante?
Una piel radiante no empieza en el maquillaje, sino mucho antes. Dormir bien, mantenerse hidratado, cuidar lo que comemos y tener una rutina de skincare constante es fundamental. Me gusta trabajar con pieles reales, no perfectas, pero sí bien cuidadas. A partir de ahí, uso productos que respeten la textura natural: una base con acabado luminoso, iluminador en puntos estratégicos, y siempre —siempre— protección solar. La piel cuenta una historia, y cuanto más saludable está, más auténtica y luminosa se ve.
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7. ¿Cómo comenzó tu carrera?
Mi camino en el maquillaje nació de una sensibilidad estética que viene de mucho antes: estudié Bellas Artes, y desde entonces el color, la forma y la luz fueron parte de mi lenguaje. Al principio, me atraía cómo un trazo podía transformar un rostro, cómo una textura podía comunicar una emoción. Esa curiosidad se convirtió en vocación, y me formé profesionalmente en maquillaje para poder canalizar todo eso en el universo de la belleza.
A lo largo de mi carrera, trabajé con marcas de lujo como Christian Dior —donde estuve casi 13 años en distintos roles, desde maquillador internacional hasta Makeup Training Manager para América Latina— y luego asumí la dirección de educación para Sisley en la región. Cada una de esas experiencias me reafirmó que el maquillaje no es solo técnica: es arte, escucha y transformación.
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8. ¿Cómo te definirías?
Me considero una persona apasionada por el detalle, pero siempre con naturalidad y cercanía. Creo que el maquillaje debe acompañar y revelar la esencia de cada persona, no taparla. Me gusta escuchar, entender lo que la persona quiere comunicar, y traducirlo a través del color y las texturas. Para mí, el maquillaje es una herramienta de expresión, una forma de potenciar lo único que cada uno tiene dentro.