La paternidad después de los 50 años enfrenta a los hombres con un deseo de trascender a través de un hijo y de poder verlo crecer, y con los miedos propios de esa edad relacionados con la pérdida de la juventud, consideraron especialistas en el tema.

«La paternidad tardía es una solución que los enfrenta con su potencia-impotencia; les da un halo de rejuvecenecimiento y  también es una fórmula para concretar una relación con una mujer más joven», dijo a Télam la psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) Any Krieger.


Para Krieger, «tener hijos después de los 50 muchas veces puede velar la idea de madurez con una treta para no encontrarse con la finitud, y entre pañales y biberones ayudar a soportar los achaques de la vida».

No obstante, «a esa salida eufórica y maníaca hay que confrontarle un hecho ineludible: la andropausia y la desvistalización hormonal son un hecho que trae sus consecuencias, aunque no exista un hito que marque el término de la fertilidad masculina».


«Ser hijo de un padre tardío suele ser un indicador, una brújula fundamental en la vida del hijo. No es lo mismo ser hijo de un padre a los 30 que a los 50», sostuvo la psicoanalista de APA.

Por caso, contó el de «un adolescente que expresaba sus miedos ante la posibilidad más cercana de perder a su padre, y en su relato estaba siempre presente como preocupación la marca de la edad de ese padre, mayor que los padres de los amigos».


«O el de ese niño de seis que le decía a su madre que no lo molestara a su papá con demandas como ir a buscarlo a él al jardín porque su papá estaba muy cansado», añadió la terapeuta, que aclaró que «siempre aparece la temática de un padre viejo desde la perspectiva del hijo, cuando éste tiene esa experiencia».

Otro desafío al que se enfrentan los hombres de más de 50 es la necesidad de consultar al médico por su capacidad reproductiva cuando su pareja no queda embarazada y él tiene más de 50.

Por los general -y sobre todo si no hubo enfermedad previa que los hiciera conocer el estado de sus órganos- los hombres se dan cuenta de que no sólo la paternidad tardía se logra con desearla.

Para Sergio Pasqualini, médico especialista en fertilización, «si bien la función reproductiva en los hombres es menos vulnerable al paso del tiempo que la de la mujer, no es nueva la información sobre un descenso de la fertilidad cerca de los 50 años asociada a la disminución -después de los 30- de la testosterona, hormona fundamentalmente masculina».   

Para el médico, «conocer las condiciones de los espermatozoides permite hacer del deseo una opción, desafío que aparece en el contexto de una pareja que busca tener hijos y el hombre es mayor».

Para el psicoanalista e integrante de APA, Juan Eduardo Tesone, «el deseo de paternidad después de los 50 se legitima cuando el hombre piensa en el ser que va a nacer, no cuando ese deseo se reduce a una demostración de virilidad».

«Hoy, en toda familia el deseo de paternidad no debería estar disociado del deseo de maternidad porque implica un proyecto en común. No creo que uno pueda definirse como padre o madre si no es en relación con el proyecto de pareja «, señaló el Tesone.
Más allá de la edad, dijo el psicoanalista «el hombre es potencialmente fertil toda su vida; lo que no quita que con la edad aumenten los riesgos de infertilidad. Se habla de una andropausia, un período de menor producción hormonal».

«La mayor preocupación de un hombre que quiere ser padre pasa por otro lado: no poder acompañar a ese hijo en su desarrollo y crecimiento, porque piensa que puede morir antes que su hijo termine de crecer», dijo Tesone.

Sin embargo, estimó que el mayor riesgo para ese hijo no es el temor a la muerte de su padre, «ya que nadie sabe cuando va a morir».

«Hay gente que tiene miedo de tener hijos a los 30, a los 40, y a los 50. La edad es muy relativa. Lo que creo es que ese deseo debería estar centrado en pensar en la persona que va a nacer y ser parte de un proyecto no individual sino familiar», dijo el psicoanalista.

Dra Any krieger